En la Agenda para el Desarrollo Sostenible de 2030 figura un llamamiento audaz y ambicioso para
poner fin a la violencia contra los niños, y se reconoce su erradicación como un componente esencial
del desarrollo sostenible. Un paso crucial para lograr este imperativo universal es la movilización de la
voluntad política y la promoción de estrategias basadas en pruebas empíricas para abordar múltiples
factores que contribuyen a la violencia, incluidas las normas sociales y culturales que condonan la
violencia, las políticas y la legislación inadecuadas, los servicios insuficientes para las víctimas y la
escasez de inversiones en sistemas efectivos para prevenir y responder a la violencia. Un elemento
fundamental de estos esfuerzos es la creación de alianzas estratégicas, como la Alianza global para
eliminar la violencia contra los niños, para acelerar la acción, aprovechar los recursos, generar compromisos,
facilitar el intercambio de conocimientos y poner en marcha medidas a mayor a escala.
A fin de abordar estos factores es necesario obtener datos y análisis sólidos que proporcionen una
base firme para la elaboración de políticas basadas en pruebas empíricas. Esto requerirá inversiones
específicas para recopilar datos de calidad que permitan evaluar la magnitud y las circunstancias de
la violencia contra los niños, analizar las repercusiones de las intervenciones y trabajar para superar
las brechas de información. Además, las sociedades que tienen una mayor conciencia del problema
pueden exigir a sus gobiernos el cumplimiento de sus compromisos.
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